Difícilmente algún director recibe un nivel de escrutinio en sus películas como M. Night Shyamalan. Conocido por poseer una carrera accidentada en cuanto a éxitos y fracasos, las películas de Shyamalan llegan al cine con detractores incluso antes de su estreno debido a los fiascos que ha realizado a lo largo de su carrera (El último maestro aire es el ejemplo más claro de ello), pero esto no significa que todas sus películas sean malas. Este último punto lo demostró con Fragmentado (Split) en el 2017, y ahora le toca el turno de evaluación a Glass. ¿Es una buena película? Para mí, lo fue.

Comencemos por el principio: la premisa de la película. En Glass, conoceremos lo que ha sido de David Dunn (Bruce Willis), Elijah Price (Samuel L. Jackson) y Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), luego de cada una de sus cintas precursoras. Elijah, quien se hace llamar Mente Maestra en la película, está internado en un sanatorio mental por los crímenes cometidos a lo largo de su vida, revelados en Unbreakable. Kevin, que reparte su identidad entre 24 personalidades y es conocido como La Horda, anda suelto y secuestrando jóvenes «impuras» para saciar su sed de sangre y ansias de redención. David, o el Centinela, se dedica a ejercer como vigilante, atrapando criminales y evadiendo a la policía desde hace 15 años.

Estos tres personajes se encuentran cuando la doctora Ellie Staple (Sarah Paulson), quien dirige una investigación para curar a las personas con delirios de grandeza (más específicamente aquellos que se creen superhéroes) captura a Kevin y David, internándolos en el sanatorio donde se encuentra Elijah y prometiéndoles una «cura» para sus delirios en menos de tres días, ya sea con su cooperación, o a la fuerza.

Lo que se desenvuelve después, eso se lo dejaremos a ustedes, pero lo cierto es que las cosas no pintan bien para estos personajes en el sanatorio.

Hablando sobre las actuaciones, el trabajo que destaca es sin duda el de McAvoy. No sólo es capaz de moverse entre las personalidades de una forma tan fluida que parece casi inhumana, sino que cada personalidad está tan bien definida que son reconocibles solo por las facciones del rostro o simples gestos como el caminar o la forma en la que se mantienen de pie. Si bien es cierto que el trabajo de un actor es el de actuar, McAvoy lo lleva un paso adelante haciéndonos sentir y vivir cada personalidad, dándole vida a toda una Horda de personajes en solo dos horas de película.

Otra actuación a destacar es la de Sara Paulson. La actriz nos presenta un personaje pulcro, limpio, completamente normal e increíblemente desagradable hasta cierto punto (me recuerda en demasía a Dolores Umbridge, lo cual no es del todo un cumplido), y verla interactuar con casi cualquier personaje es increíble, especialmente con McAvoy.

Samuel L. Jackson canaliza muy bien el papel de Elijah nuevamente, mostrándonos a un hombre cuya inteligencia creció con el pasar de los años y con ello la complejidad de sus planes. Mientras que Bruce Willis es el epítome del héroe callado y reservado que hace el bien por el simple hecho de hacerlo y que, aunque es de pocas palabras, las que dice cuentan y mucho.

El resto del cast está compuesto por Anya Taylor-Joy como Casey Cooke, la sobreviviente de Fragmentado, quien aún comparte una conexión cercana con La Bestia. Es ella quien hace el mayor esfuerzo en mostrarnos el punto de vista de La Horda y logra que establezcamos un vínculo empático con el personaje. Spencer Treat Clark hace lo mismo al volver como Joseph Dunn, pero desde el punto de vista de David, y su personaje está muy bien llevado y nos ubica muy bien dentro del núcleo familiar del personaje. Charlayne Woodard regresa una vez más como la señora Price, madre orgullosa de un joven prodigio de la inteligencia que, aunque llevado por el mal camino, nunca ha dejado de ver a su hijo por lo excepcional que es.

Desde el punto de vista técnico, la película, en sí, es lenta. Se desarrolla poco a poco, paso a paso, y en eso recuerda más a Unbreakable que a Split. Esto no significa que Glass sea aburrida o que se pierda el foco, sino que se toma su tiempo en explicarnos lo que pasa y en dejar las pistas claves que hacen que su final tenga sentido. Sin embargo, los momentos rápidos o violentos de la película son bastante fluidos y están allí para ejemplificar aquello que se nos plantea a lo largo de la película: ¿Existen, o no, los superhéroes?

El típico giro de Shyamalan está presente, por supuesto, y en este caso no decepciona y tampoco hace falta devanarse la cabeza para entenderlo. Incluso sin ver las películas anteriores, se entiende pues es directo y está bien revelado, y es bien recibido hasta por aquellos con la intuición lo suficientemente aguda como para verlo venir.

Más allá de lo que la crítica pueda decir con respecto a qué tan buena o mala es una cinta, al final, los directores no dirigen para los críticos, sino para los espectadores (te estoy viendo, Venom). Respecto a Glass, no se dejen llevar por la crítica general, que parece tener un problema de criterio con respecto a las películas de superhéroes, y disfruten del final de una trilogía que le hace justicia a lo que comenzó en el año 2000 con el descarrilamiento de un tren.

A Glass le damos 9/10 personalidades.