Han Solo es un personaje clásico del cine, el carismático protagonista de la trilogía original de Star Wars al que todos ya creíamos conocer. El contrabandista encarnado por Harrison Ford es un ícono de la saga por lo que Alden Ehrenreich tenía grandes zapatos que llenar cuando fue elegido para protagonizar Han Solo: Una historia de Star Wars. Esta segunda película de antología sería la primera en enfocarse en el pasado de un personaje y alejarse -tanto como se puede- del conflicto entre ambos lados de la Fuerza… y funcionó.

Han no es un héroe, él lo sabe, y la película no pretende presentarlo como uno. Se trata de un hombre que, si bien se inclina más al lado del orden y lo correcto, no tiene ningún problema en mantenerse fuera de la ley para lograr lo que se propone… aunque en el fondo tenga un buen corazón. Ehrenreich logra encarnar esta faceta a la perfección, sin convertirse en una caricatura de lo que hizo Harrison Ford, y su Han se convierte en el corazón de la película aun cuando de inocente tenga poco. La cinta no pierde mucho tiempo en explicar el origen de sus personajes, sino que nos va revelando trozos de información relevante a lo largo de la trama, sin desviarnos de la acción.

Woody Harrelson aprendió una cosa o dos de Los Juegos del Hambre y su Becket nos puede recordar por momentos a Haymitch. No se trata de ningún héroe galáctico ni un gran villano de los sith, sino de un hombre que hace lo que puede en las circunstancias en las que le tocó vivir, enseñándole una importante lección a Han —y a Chewie. Porque Han Solo nos muestra el origen de la mejor amistad de aquella galaxia muy, muy lejana, y entendemos cómo un humano y un wookiee se volvieron compañeros inseparables (y la muerte de Han en El Despertar de la Fuerza ahora duele MÁS).

Y por supuesto está Lando. El magnífico y fabuloso Lando Calrissian interpretado por Donald Glover, que nos hace entender mucho más a la versión que conocemos en El Imperio contraataca y cuyo amor por el Halcón Milenario (y por su maravillosa colección de capas) traspasa la pantalla. Es un hombre que quiere más a su nave que a cualquiera, y no podemos culparlo. Lando, sus capas y sus historias en la mesa de sabacc definitivamente merecen un spinoff propio.

Val, el personaje de Thandie Newton, logra causarnos curiosidad y L3-37, la androide interpretado por Phoebe Waller-Bridge, seguramente se convertirá en la favorita de muchos. Sin embargo, Qi’ra -el personaje de Emilia Clarke- es definitivamente la protagonista femenina de la historia, desde su pasado junto a Han en las calles de Corellia hasta las acciones que debe tomar para sobrevivir en una galaxia que cada vez se está volviendo más peligrosa.

La música, como en todas las películas de Star Wars, juega una parte importante para sumergirnos en la historia, y si bien se aleja de las conocidas notas compuestas por John Williams para la trilogía original, podemos reconocer algunos acordes en momentos clave. Así mismo, las referencias a los episodios IV, V y VI están en su justa medida, para alegrar a los fanáticos pero sin sobrecargar a la audiencia general, aunque por supuesto, existen algunas sorpresas inesperadas.

En esencia, podemos considerar esta película como una de vaqueros, pues incluye muchos de los elementos clásicos del cine western, incluyendo un duelo con pistolas y la obligatoria escena de cantina, entre otras. Han es un vaquero espacial, Chewie su leal compañero y cabalgan hacia el horizonte en un caballo que en verdad es un carguero corelliano, luego de recorrer Kessel en menos de 12 parsecs.

ModoGeeks le da a Han Solo: Una historia de Star Wars 8,2/10 capas de Lando.