Porque nunca vi ni espero ver a un elefante volar~

Dumbo es de esas películas animadas de Disney que significan distintas cosas para distintas personas; para algunos es una bonita historia, para otros es un relato bastante trágico, e incluso para otros tantos es material de pesadillas por culpa de una cierta escena. Lo que no se puede negar es que se trata de un clásico que ha perdurado por más de 70 años y que ahora llegó una vez más a los cines, esta vez en una versión live-action dirigida por nadie menos que Tim Burton. ¿Será también esta nueva adaptación un clásico? La respuesta honesta es no.

Tal como ocurre con la mayoría de las adaptaciones recientes de Disney de su material animado, esta nueva versión de Dumbo es mucho adorno y poca sustancia. Los vestuarios y el diseño de producción son espectaculares, y el pequeño elefantito animado es adorable y se ve muy realista, pero en términos de la trama, la cinta deja mucho qué desear.

A diferencia de la original (y es inevitable hacer estas comparaciones), la película se enfoca esta vez en los humanos: Holt Farrier (Colin Farrell) y sus hijos, y el resto de los miembros del circo de los hermanos Medici (Danny de Vito), cuyas aventuras y desventuras están sólo tangencialemente conectadas a un cierto elefantito volador. La historia que ya conocemos se resuelve en el primer acto de la cinta, presentándonos luego una evolución de la trama que en verdad es bastante predecible y por lo tanto llega a ser aburrida.

Además, al enfocarse en los humanos y no en los animales, no podemos conectarnos con la historia de Dumbo. Sí, está mal separar a un bebé de su madre, pero no compartieron más allá de una noche juntos y no se lograron establecer las conexiones afectivas entre ellos ni entre ellos y nosotros. Esto por supuesto afecta a algunas de las escenas más icónicas de la cinta, tal como aquella en la que la Sra. Jumbo arrulla a su hijo a través de las rejas de una celda; aquí, los humanos son parte de un momento que debería haber sido íntimo y lleno de sentimientos, y que al contrario se sintió aburrido.

Hablando de escenas icónicas, el desfile de los elefantes rosa es la gran marca de Dumbo y la secuencia por la que la mayoría de la gente recuerda a esta cinta animada. Una escena tan surrealista como esa, en las manos de alguien como Tim Burton y con la música de Danny Elfman, debió haber sido material para sueños (o pesadillas) espectaculares en pantalla, tal como esta dupla ya ha demostrado en numerosas ocasiones, y podemos afirmar que la versión que vemos en la película se quedó muy, muy corta.

Los actores lo hacen tan bien como el guión se los permite, y obviamente destacan -además de Farrell- Danny de Vito (quien ya sabe un par de cosas sobre encarnar a cirqueros para Burton) y Eva Green, junto a la participación de Michael Keaton, pero ni ellos ni su talento logran darle más corazón a esta historia, que definitivamente pudo haber explorado más a sus personajes.

No es una mala película, es tan buena como el resto de los live-action de Disney, aunque no va a dejar muy satisfechos a los fanáticos de la versión animada. Lamentablemente, la ejecución de la trama nos impide conectarnos con los humanos de la cinta y con el mismo Dumbo, y termina convirtiéndose en una historia cliché que probablemente ya hayamos visto decenas de veces en la televisión un domingo y que pasará sin pena ni gloria.

ModoGeeks le da a Dumbo 7/10 plumas voladoras.