Desde que tenia 15 años he intentando leer este libro que me recomendó mi padre diciéndome «Tal vez de aquí J.K. Rowling sacó inspiración», cosa que me interesaba porque me gusta Harry Potter. Pero Un Mago de Terramar resultó siendo un libro esquivo de conseguir y hasta ahora fue que pude leerlo.

Cuando mi padre me mencionó aquella referencia, sólo pensé en que leería algo parecido a ese mundo mágico cercano a Harry Potter, pero lo que realmente leí fue algo realmente diferente.

Un Mago de Terramar empieza muy parecido a la historia de cualquier juego o película de fantasía. Un niño común en un pequeño pueblo que poco a poco empieza a conocer la magia y se hace experto rápidamente en estas artes con lo que le va enseñando la bruja del pueblo y alguno que otro mago errante, aprendiendo pequeños trucos como llamar animales o mover el viento. De la magia como tal ya hablaremos más adelante.

Pero en el primer giro de la trama ya vemos algo que resalta en esta historia, y es el abuso del poder que se tiene y las consecuencias de romper el equilibro. Nuestro protagonista -a quien llaman Gavilán- ahuyenta con la poca magia que sabe a una horda de bárbaros que vienen a atacar a su pequeño pueblo. Y aunque lo logra, queda ciego, sordo y mudo (y testarudo, no es broma), e incapaz de moverse. Luego, Gavilán es curado por un mago que se da cuenta que este chico ha nacido para la magia y necesita un guía.

La historia no sólo se enfoca en este abuso del poder, sino también en la tentación de caer en el mal. Esto se aprecia en un momento de testarudez donde por orgullo y por creerse mejor que su rival, Gavilán intenta hacer nigromancia y termina invocando a una sombra que se convierte en el principal antagonista por el resto de la aventura. Esta sombra nuevamente deja a nuestro protagonista en un estado tan deplorable que necesita meses para recuperarse. Y de eso se trata, o la sombra te persigue y te consume o le das caza a la sombra.

Un Mago de Terramar está ambientado en un mundo de fantasía y tiene sus momentos épicos, aunque en realidad no pretende serlo. Lo comparo más con una aventura pausada y tranquila. Podría decirse, si lo pasamos a términos de cine, que se trata de una historia contemplativa. Y creo que fue muy acertado que Studio Ghibli haya hecho una película en base a este universo, ya que mientras leía, se me venían a la mente imágenes muy similares a La Princesa Mononoke. También me recordó al mundo de The Legend of Zelda: Wind Waker, ya que la geografía de Terramar está compuesta de una serie de archipiélagos y pasamos mucho tiempo solos con Gavilán, viajando de isla en isla y conociendo diferentes pueblos y lugares.

Hablando de la magia y el porqué a mi padre le daba un aire a Harry Potter, es que efectivamente hay una escuela de magia donde Gavilán empieza a aprender magia más seriamente, con su propio Dumbledore (el Archimago, un señor muy viejo) y varios profesores, y sobre todo esa rivalidad con su Draco Malfoy. Esto, claro, es solo un fragmento de la historia y la magia en el Archipiélago es muy diferente a otros mundos mágicos. Aquí todo tiene un nombre verdadero, cada objeto, animal, persona y lugar. Este nombre verdadero te da poder sobre eso que nombras y de allí nace la magia, y por eso decir tu nombre verdadero es una persona es un símbolo de confianza total, conceptos que otros autores posteriores a Ursula K. LeGuin han incluido en sus mundos de fantasía.

Un mago empieza a conocer el nombre de las cosas para manipularlas, como usar el nombre verdadero de los vientos del sur para mover un barco o el nombre verdadero de un animal para poder llamarlo y darle órdenes, crear ilusiones nombrando aquello que quieres que cambie de forma (pero es difícil hacerlo permanentemente) o cambiar a una forma animal (cual animago). Claro, cada uno de estas artes las enseña un profesor maestro en estos estudios y cada uno advierte los peligros de las mismas. También es importante recalcar que aunque hay hechizos para cosas mundanas, los magos de este universo no suelen usarlas. Resumido en el siguiente ejemplo: «Si no tienes hambre y te comes una galleta del bol de galletas, la disfrutarás en el momento, pero cuando realmente tengas hambre y vayas al bol de galletas a comerte una, te darás cuenta que no hay y desearás no haberte comido esa galleta cuando no la necesitabas».

Casi todos los personajes tienen un lenguaje realmente «sabio», dicen poco y lo poco que dicen es suficiente para entenderlos, y si no entiendes, tranquilo, el protagonista tampoco, pero más adelante todo se va explicando y resolviendo. Ves evolucionar a Gavilán por esa vía, primero como un chico confiando y hasta genio, y con cada golpe -uno más fuerte que el otro- va madurando y haciéndose tan sabio como sus maestros y llegando a realizar gestas realmente sorprendentes aunque el propio miedo lo invada.

El único problema que veo con Un Mago de Terramar es que en muchas ocasiones te mencionan lugares y personajes que no tienen ninguna relevancia en la historia. Claro, te da la idea de un mundo vivo y con múltiples conexiones y también referencias a los siguientes libros de la saga (sí, porque son varios y éste es sólo el primero), pero muchas veces te sientes perdido en medio del mar de nombres que mencionan y digamos que el mapa no exactamente fácil de leer.

Cuentos de Terramar, de Goro Miyazaki

Aun así, recomiendo ampliamente esta aventura. Claro, si no estás esperando una aventura al ritmo del PowerMetal sino algo más calmado como la másica de Koji Kondo.

Esta historia empecé a leerla muy poco consciente de lo que hacía, en realidad siento que tuve que haberla leído cuando mi papá me la recomendó, ya que justamente creo que me hubiese servido mucho en esa edad, aunque actualmente siento que todavía me sirve. Es una historia reflexiva que te da mucho que pensar sobre ti mismo, y justamente cuando terminé de leer este libro fue cuando mi papá se fue de mi vida, así que escribo este review en honor a quien siempre vi como un gran sabio y un gran mago.