Rogue One: Una Historia de Star Wars es, tal como su nombre lo indica, una historia del universo de Star Wars, mas no una historia de los Skywalker, y esto es algo que deja en claro desde el inicio. Sin embargo, alejarnos del drama de esta familia tan importante en la narrativa de esta épica galáctica no le quita méritos en ningún momento a la película: la galaxia es lo suficientemente grande para que quepan todas las historias, y la de Rogue One tenía que ser contada.

Y cuando digo que tenía que ser contada, lo digo en serio. Al salir de la sala de ver Rogue One, lo más probable es que ya estén planeando ver Una Nueva Esperanza en cuanto lleguen a casa (no es como si yo lo hice, no señor, para nada). La película logra hilvanar de forma impecable lo poco que sabíamos de la obtención de los planos de la Estrella de la Muerte, con una trama llena de personajes conocidos pero en particular, llena de personajes nuevos e interesantes.

Jyn Erso (Felicity Jones) vive a la sombra de su pasado y de dos hombres muy importantes en éste: su padre, Galen Erso (Mads Mikkelsen), un científico imperial que básicamente es el creador de la Estrella, y Saw Gerrera (Forest Whitaker), el rebelde que la ayudó por muchos años. Sin embargo, Jyn no se considera una heroína ni nada parecido. Jedi y sith, los Rebeldes y el Imperio, para ella simplemente son cosas a ignorar mientras intenta seguir su vida. Después de todo, si no miras hacia arriba, no tienes que ver lo que pasa.

Pero por supuesto, las cosas cambias y Jyn se ve involucrada en algo mucho más grande que ella y que la vida miserable que llevaba, junto a un grupo compuesto de retazos de lo que la galaxia puede ofrecer, y que conforma el grupo más diverso en toda la historia de Star Wars. Cassian Andor, K-2SO, Bhodi Rook, Chirrut Îmwe y Baze Malbus son nombres nuevos para la franquicia, pero que sin duda harán un gran impacto. Cada uno es distinto, no sólo en apariencia sino sobre todo en personalidad, y cada uno tiene un pasado del que definitivamente me gustaría saber más.

Los protagonistas de Rogue One no son los clásicos héroes a los que podríamos estar acostumbrados en Star Wars. La Fuerza no está con ellos, no siempre -a pesar de lo que Chirrut crea-, pero son sus decisiones y sus acciones las que los llevan a hacerse con un lugar entre los héroes (y en nuestros corazones). Bhodi es un simple piloto de carga, pero no deja que eso lo limite. Chirrut está ciego y cree en la Fuerza, una creencia anticuada y obsoleta, aunque nada de eso le impide ser un guerrero tan capaz como nadie. Baze es un escéptico y no está convencido de la causa, pero cree en su mejor amigo. Cassian ha perdido todo, y ha tenido que hacer cosas de las que no está orgulloso, y sin embargo reconoce el valor de la esperanza. Y K-2SO estaba programado para ser el enemigo, y aun así, a pesar de sus comentarios, elige defender una causa más noble.

Claro, si hablo de los héroes, también tengo que hablar de los villanos. El Orson Krennic de Ben Mendelsohn es el antagonista de la trama, y específicamente, el gran antagonista de la vida de Jyn. Un oficial del antiguo Cuerpo de Ingenieros de la República que siempre, siempre quiso más, y cuya ambición lo lleva a ponerse a cargo del proyecto de la Estrella de la Muerte. Krennic no quiere ser un oficial imperial más, y está dispuesto a lo que sea para obtener un lugar más cercano al emperador.

Es inevitable que una película como Rogue One, ubicada entre los Episodios III y IV, esté cargada de referencias a sus predecesoras en la franquicia. Evitando cualquier spoiler, los grandes momentos de sorpresa de la audiencia vinieron cuando hubo un cameo o un guiño al pasado (o al futuro) de la franquicia, o cuando tuvimos el obligatorio mal presentimiento sobre esto. Sin embargo, tal vez una buena parte de estas referencias se perdieron para el espectador casual que no ha seguido la saga desde sus inicios o no recuerda más allá de lo básico sobre la trama.

Y luego está la aparición de Darth Vader, que ya los trailers nos habían revelado. Lord Vader no es el antagonista de la historia (después de todo, ésta no es su historia), pero su presencia está ahí para recordarnos por qué él es el hombre más temido en toda la galaxia, incluso más que el emperador. Llegamos a verlo en un planeta que usa como una especie de residencia, pero que visualmente sólo nos puede hacer pensar en Barad-dûr y Mordor, por si había que reafirmar su posición de gran villano. Además, volver a escuchar la voz de James Earl Jones detrás del icónico casco negro siempre es un placer.

Se ha dicho que Rogue One es la primera película de guerra como tal de Star Wars, y aunque en todas las anteriores hemos visto al menos una batalla o un conflicto armado, es en ésta en la que se siente el verdadero peso de la guerra. Las escenas en Jedha pueden hacernos pensar en cualquier combate en el Medio Oriente, desde la guerra en Afganistán hasta los más recientes combates en Siria, y la acción en Scarif no estaría fuera de lugar en una película sobre la guerra de Vietnam. La guerra siempre ha sido parte de Star Wars, pero es en Rogue One en la que observamos su atmósfera verdadera, más allá de las refinadas peleas con lightsabers.

«Las rebeliones están construidas sobre la esperanza» es una frase del guión que ya hemos escuchado en los trailers y visto en algunos posters promocionales que sin embargo cobra mucho más sentido al finalizar la película. Sin esperanza, estos rebeldes no habrían podido robar los planos de la Estrella de la Muerte, y al llevarlos -con mucho, mucho sacrificio- hasta la Alianza Rebelde, a las manos de la princesa Leia, precisamente lo que logran es crear una nueva esperanza.

En resumen, Rogue One es una necesaria adición al canon de Star Wars, una historia nueva dentro de un universo que ya creíamos conocido, plagada de personajes entrañables que merecen su lugar junto a cualquier Organa, Solo o Skywalker. Es la primera película de antología de la franquicia, y le augura un buen futuro a sus sucesoras, a pesar de las reservas iniciales al respecto, y también es la primera en mostrar un elenco tan racialmente diverso, por lo que estamos agradecidos (más de Diego Luna en películas de acción, por favor, e incluyamos a Donnie Yen y Jiang Wen en cuantas películas de Hollywood se pueda, gracias). Disney no pudo haber tenido forma de prever el panorama político global actual, pero tal vez una película con un mensaje tan importante sobre la esperanza sea precisamente lo que necesitamos.

Ah, y si son fans de Star Wars Rebels, mantengan los ojos muy, muy abiertos.

ModoGeeks le da a Rogue One 9/10 cristales kyber.