Inspirada en las novelas ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, y The Bladerunner, de Alan E. Nourse, la película Blade Runner fue dirigida en 1982 por Scott Ridley, tomando lugar en el 2019 y contando la historia de Rick Deckard (Harrison Ford), un Blade Runner que debe perseguir a los replicantes que escaparon de las colonias espaciales. En el trayecto, conoce a un nuevo modelo androide de la Cooporación Tyrell, la replicante experimental Rachael (Sean Young), con la que huye tras haber hecho, con reticencia, su trabajo de retirar a los rebeldes. En el 2017 Denis Villeneuve dirige Blade Runner 2049, la continuación del clásico de ciencia ficción, ubicada treinta años después de los acontecimientos de la cinta de Ridley. En esta secuela, el Agente K (Ryan Gosling) busca a Deckard para resolver incógnitas de las que depende el equilibrio precario entre los humanos y la nueva generación de replicantes que ocasionó el apagón del 2022 tras el asesinato Eldon Tyrell y la desaparición de Rachael.

Las incógnitas que introdujo la primera parte respecto al límite entre ser un replicante y un humano encuentran un reflejo mucho más brillante en Blade Runner 2049, situados ambos en un Los Ángeles con el mismo aire decadente y con tecnología de punta.

Empecemos por las actuaciones. Ryan Gosling lleva a otro nivel el ensimismamiento de los personajes que lo caracterizaron en otras películas, pues en Blade Runner 2049, el Agente K destaca como uno de los detectives de movimientos más controlados, poco dado a hablar, estratégico, realmente intuitivo, al que las expresiones de sus ojos delatan incluso cuando el resto de su rostro se encuentra cubierto. En la cinta del 2017 podremos conocer qué hace un Blade Runner cuando no está en servicio, ya sea en su apartamento o investigando por su cuenta.

Mención especial merecen varias actrices. En primer lugar, Sylvia Hoeks como Luv, una replicante que tiene muy claro lo que necesita hacer para descubrir el anhelado secreto que dé un vuelco a los experimentos de su amo, Niander Wallace. Audaz, temeraria y astuta, Luv es lo que esperábamos tras ver a Roy Batty (Rutger Hauer) y a Pris Stratton (Daryl Hannah) en el clásico de 1982. Luv tiene mucho de Pris… sin ningún aire cándido. Alguien a la que no le tiembla el pulso para matar, para perseguir, pero nos da pistas de que el tiempo que ha permanecido en silencio viendo cómo trabaja Wallace en su compañía, desarrolló en ella una consciencia, incluso contra su propia voluntad.

En segundo lugar, Ana de Armas como Joi, un holograma –fanáticos de Her, esto es para ustedes- que acompaña las veladas del Agente K, y empieza a descubrir las ventajas de viajar junto a su compañero. La inocencia de su personaje va perfecto con la de una mujer que se da cuenta que puede manifestar sus verdaderos sentimientos por primera vez. No obstante, ella no es sólo belleza, también es la guardiana y la inteligencia que aclara la mente de K cuando la conclusión de los resultados parece imposible. Esperemos, de verdad, volver a verla.

En cuanto a Robin Wright como la teniente Joshi, con pocas escenas, se gana la atención del público por la fuerte consciencia que tiene para mantener ciertas informaciones como inexistentes por el bien del orden. Su relación con K, lejos de ser maternal, deja entrever una protección de años que pone alerta incluso a Joi, y nos da más pistas acerca de quién (o qué) es K. Sin duda la interpretación de Wright en The Congress marcó un antes y un después en su carrera en el género de ciencia ficción.

Tampoco hay que olvidar a Carla Juri como Ana Stelline, una doctora que, con la infinita calma y creatividad que desarrolla en el pequeño espacio en el que vive, es otra de las piezas fundamentales para el desenlace de la película. No diré más acerca su rol, pero, de haber una tercera película, con ella y con Freysa (Hiam Abbass) debería iniciar la trama.

Pasemos a comentar acerca del tan esperado regreso de Harrison Ford al mundo de los Blade Runners. Si bien Rick Deckard apenas aparece durante la última hora de una cinta de tres horas, se sintió completamente pertinente, pues, esta vez, la historia se centra en el viaje físico y emocional del Agente K para descubrir su pasado y saber hacia dónde va. El Deckard absorto y esquivo que conocimos en 1982 ahora lleva a cuestas la pérdida de un ser querido, como se percibe en su guarida y en su encuentro con Wallace, lo cual no impide que siga prevaleciendo en él la inteligencia antes que la nostalgia por aquellos viejos días. En cuanto a su química con el agente K, el parecido que hay entre ambas personalidades hace que al principio Deckard luche, y luego se preocupe por el bienestar del joven. Para los que recuerdan el primer encuentro entre Rachael y Deckard en Blade Runner, hay dos escenas que estrujarán sus corazones.

En este punto mencionaré la actuación de Jared Leto, quien da vida al idealista Niander Wallace. Antes de que saliera la cinta, Villeneuve dio a conocer tres cortos que informan qué pasó poco antes del 2049, como la manera en que Wallace llegó a dirigir un emporio tan grande después de estar en la cárcel por sus avances tecnológicos. No obstante, más allá de que su personaje declare que el futuro de la especie se encuentra en los nuevos replicantes, y que haya dado una pista importante sobre la conexión entre Rachael y Deckard, no vemos en él más que a un hombre ciego –con complejo de Dios- al que le gusta crear y destruir, con un sentido de la orientación tan agudo que resulta un tanto sospechoso. Tal vez sea mejor desarrollado su personaje en otra ocasión. No lo sabemos. Lo que sí es obvio es que Leto optó por una seriedad que comienza a enterrar la terrible imagen que le dieron sus veinte minutos en Suicide Squad.

Ahora bien, pasamos a los aspectos no tan positivos. Aunque hubo pocos detalles de Blade Runner 2049 antes de su estreno para evitar que se filtrara información, después de los primeros diez minutos de la película el espectador se da cuenta de cuál será el verdadero enigma que moverá toda la trama, gracias a un microscopio y un número de serie escurridizo a la vista. Sin embargo, justo cuando ya creemos saber cómo terminará la película de Villeneuve, los indicios que en principio pasaron desapercibidos sobre quién implanta los recuerdos, nos devuelven al cuerpo la ansiedad que experimentamos en 1982 con Scott. Una gran pista nos la dio la actriz cubana Ana de Armas, cuando declaró en una reciente entrevista en España: «un replicante y un ser humano sólo se diferencian en su forma de llegar al mundo».

En Blade Runner 2049, la historia, la fotografía y la banda sonora siguen la línea de Scott, por lo que los guionistas Hampton Fancher y Michael Green, el director de fotografía, Roger A. Deakins, y los compositores Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer merecen más crédito por lograr que la película sea, de verdad, una continuación de la atmósfera de aquel Los Ángeles del 2019 con tecnología, luces de neón y vapor. Claro que gran parte de esto no habría sido posible si el mismísimo Ridley Scott no hubiese sido el productor ejecutivo, pero ya vimos el grado de profundidad de Villeneuve como director en Arrival del 2016.

Por último, los cabos sueltos de Blade Runner 2049 ameritan una tercera parte, en la que concluya la disputa presentada desde la primera cinta. Porque sí, el filme de Villeneuve no fue un cierre, sino el intento por responder qué sucedió tras la huida de Rachael y Deckard.

ModoGeeks le da a Blade Runner 2049 un puntaje de 10/10 unicornios de origami.