¿Por qué estamos en una quinta entrega de Transformers? Sólo Michael Bay lo sabe, pero si hay algo evidente en Transformers: El último caballero es que incluso a él se le olvidó que una película es más que escenas con efectos cool y enormes explosiones.

Pero vamos por partes.

Estamos en un mundo en el que los transformers son ilegales («excepto en Cuba, donde Castro les permite asolearse en sus playas», porque por supuesto el deseo de cualquier robot extraterrestre es asolearse en el Caribe, claro), Optimus Prime está perdido flotando en el espacio y hay grandes áreas destruidas por la lucha entre Autobots y Decepticons —pero aparentemente sólo en Estados Unidos, en Inglaterra seguimos jugando polo como si nada. Pero Cade Yaeger, el personaje de Mark Wahlberg y protagonista de la película anterior, sigue rescatando transformers caídos, lo que lo hace digno de un amuleto que se remonta a la época del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.

Porque sí, los transformers estuvieron ahí y la «magia» no es más que tecnología transformer disfrazada… y los dragones también. Por supuesto. Aunque siendo honestos, Stanley Tucci interpretando a un Merlín charlatán y borracho es de lo mejor de la película; yo podría ver un spinoff del Merlín de Stanley Tucci.

El amuleto de Cade es una de las señales del fin del mundo y está relacionado con una antigua orden secreta (los templarios transformer, si lo quieren ver así) a la que ha pertenecido cualquier persona ligeramente relevante en la historia de la humanidad, y cuyo último miembro es un Lord inglés interpretado por Sir Anthony Hopkins, quien es, definitivamente, lo mejor de esta película. Cade, el Lord, su mayordomo transformer, Bumblebee, y básicamente cualquier otro personaje de los buenos que haya sobrevivido en las cuatro películas anteriores, deben unirse para enfrentarse a una amenaza terrible que amenaza a nuestro planeta, y cuyo heraldo parece ser el mismísimo Optimus Prime.

El último caballero intenta establecer una mitología para los transformers en la Tierra, conectándolos con todos los eventos históricos posibles (sí, tenemos una escena con Bumblebee matando nazis en la Segunda Guerra Mundial). pero hay un límite para la suspensión de incredulidad. La trama se diluye entre las decenas de explosiones, agujeros argumentales y Deus ex machina que se presentan en las más de dos horas de película, eso sin contar los guiños para el público chino (que no tienen ningún sentido para el resto de nosotros y que, según reportes, tampoco ayudaron a atraer más público en el gigante asiático). La cinta además nos muestra cómo podrían venir los futuros spinoffs de la franquicia, aunque a este punto Michael Bay y el resto de los productores (entre quienes está incluído Steven Spielberg) deberían sentarse y reflexionar si en verdad es necesario seguir explotando a los Transformers en el cine.

… a menos que entre sus proyectos esté en una película de Beast Wars, pero ése es otro punto.

Si la trama es completamente predecible, al menos contamos con los efectos especiales para redimir de alguna manera a esta cinta, cuyo corazón fue aparentemente reemplazado por un motor. El futuro de la franquicia luego de esta quinta entrega reposa, de momento, en los hombros de Bumblebee y su venidero spinoff, y ya veremos si logra rescatar algo de la chispa de esta historia. Mientras tanto, si lo tuyo son las explosiones a diestra y siniestra sin mucho argumento que las sustente, o simplemente eres un honesto fanático de los Transformers, El último caballero es una opción en cartelera.

ModoGeeks le da a Transformers: El último caballero 6,5/10 báculos de Merlín.