En un principio, todo era mar hasta que Te Fiti, la isla madre, surgió del océano y creó islas por doquier, llenándolas de vida con el poder de su corazón. Por supuesto, todos los monstruos querían apoderarse del poder de la creación del corazón de Te Fiti y fue sólo Maui, el más poderoso semidiós, cambiaformas, héroe del hombre quien logró hacerse con él. Sin embargo, cuando Te Fiti perdió su corazón, los monstruos empezaron a atacar y la oscuridad empezó a apoderarse de todo, isla por isla…

Y Maui… pues Maui lo perdió todo, y el océano se tragó el corazón de Te Fiti.

Así comienza Moana, un mar de aventuras, la más reciente película animada de Disney, con una historia en los primeros 2 minutos de la cinta que nos ayuda a ubicarnos dentro de este hermoso mundo basado en las islas y las culturas del Pacífico.

Chica joven quiere más de lo que la vida le ofrece + se embarca por circunstancias en un viaje + conoce a un acompañante y se embarcan juntos + el acompañante la abandona + sólo para regresar al momento correcto + todos somos felices para siempre + un animal. Términos más, términos menos, ésa es la fórmula que utiliza Disney para sus películas de princesas, y no nos engañemos, saben cómo hacerla funcionar. Un patrón que sirve tanto para La Sirenita como para Tangled Pocahontas, se repite una vez más en Moana.

Y cuando digo que se repite, no lo digo para mal. Moana tal vez no sea la película de Disney perfecta, pero está cerca. Es el último eslabón en una cadena que ha ido mejorando la fórmula cada vez más, y eso es bueno tanto para el estudio como para nosotros los espectadores.

Lo más obvio a destacar es el nivel de animación. Si bien es inevitable preguntarse qué tan hermosa habría sido esta película con la clásica animación 2D (perdón, algunos no terminamos de superar el cierre del estudio de animación tradicional de Disney), también resulta inevitable maravillarse ante el nivel de animación de esta película. El océano no es simplemente el escenario de la aventura de nuestra protagonista, que cambia dependiendo de si es el archipiélago o mar abierto, de día o de noche, sino que también es un personaje en sí mismo, con una gesticularidad bastante considerable, tratándose de una masa de agua sin ningún aspecto humanoide.

Cada personaje es ligeramente distinto, dando la impresión de que se trata de individuos del mismo grupo pero sin ser copias al carbón uno del otro. Moana tiene rasgos tanto de su padre como de su madre -ya saben, esa cosa llamada genética-, y sin embargo posee rasgos que son únicamente suyos y que la hacen lucir tan humana y real como puede serlo un personaje animado… a pesar de sí, poseer un cierto parecido con las protagonistas de Tangled Frozen. Sin embargo, nuestra hija del jefe no-princesa a pesar de estar acompañada por un animal es una heroína por mérito propio, comprometida con su pueblo y sus ancestros y su propio sentido de aventura, y un muy buen ejemplo a seguir.

Y chibi Moana es tan dulce que probablemente me dé diabetes.

Maui es La Roca. No hay forma de confundirlo. Aunque por supuesto el semidiós del cielo y el mar, héroe de los hombres y las mujeres tiene mucho más cabello que Dwayne Johnson, el trabajo de los animadores recreando las expresiones y los gestos del ex-luchador merece todo el reconocimiento posible.

Hablar de La Roca nos hace caer en el tema de la música. La banda sonora compuesta por Mark Mancina acompaña a la perfección a la cinta, sin destacarse sobre la narración ni tampoco desaparecer (y la canción de los Kakamora -y la escena en sí- tiene tantos aires a Mad Max que es imposible ignorarla). Por otro lado, los aportes de Opetaia Foa’i le dan el toque de verosimilitud necesario a las canciones, al punto de que no importa si no entiendes el idioma que están cantando, igual la música te motiva y por supuesto que crees que la aldea de Moana se encuentra en una isla en el Pacífico.

Por supuesto, también está la colaboración de Lin-Manuel Miranda. Para alguien que ya esté familiarizado con el trabajo del compositor, es muy fácil detectar qué canciones fueron de su autoría, sin que esto signifique que desentonan con el resto de la banda sonora. Por supuesto, «You’re Welcome» y «How Far I’ll Go» son los dos grandes temas que destacan del resto, y fácilmente van a convertirse en clásicos de una noche de karaoke de Disney.

La historia, como ya mencionamos, sigue la receta clásica de las princesas de Disney, pero son los mismos personajes los que la hacen sentir lo suficientemente fresca. Los villanos si acaso son el punto menos desarrollado (¿sabemos algo de Tamatoa además de que le gustan las cosas brillantes y se lleva mal con Maui?), aunque la forma en la que se resuelve el conflicto es muy acorde con el estilo de Disney pero también con la naturaleza de la misma Moana.

Eso sí, aun si no lo parece, la película tiene una historia muy emocional y puede, sólo puede que esta redactora haya salido de la sala de cine luciendo así.

Como un punto a comentar, particularmente no confío mucho en el doblaje de Disney desde Tangled (nada personal, Chayanne, pero… no); sin embargo, en Moana las voces van acorde a los personajes y se parecen lo suficiente a las originales, y la traducción respetó la letra de las canciones, así que puntos extra por eso.

En fin. Personalmente, amé Moana y ya tengo planes de verla al menos una vez más en el cine. Vale la pena, y como buena película de Disney, te deja con una sensación agradable en el pecho al salir de la sala de cine, tarareando la canción de Maui.

 ModoGeeks le da a Moana, un mar de aventuras 10/10 anzuelos de Maui.