Siete libros best sellers, ocho películas con records en taquilla mundial, parques temáticos en diferentes lugares del mundo, una larga línea de productos, obras de teatro y una trilogía pisando la alfombra roja de Hollywood son la tarjeta de presentación de Harry Potter, el niño mago más famoso del momento. Pero para que el pequeño aprendiz de magia saltara desde la alacena de sus tíos hacia la fama mundial, no fue tan fácil como lanzar un Expelliarmus.
Cuando J.K. Rowling todavía era una madre soltera que escribía las aventuras de un huérfano en un pedazo de servilleta y las cifras de Harry Potter y la Piedra Filosofal comenzaron a alcanzar niveles mágicos, la autora del mundo mágico de Hogwarts tuvo miedo de no poder repetir el éxito de su primera obra con Harry Potter y La Cámara Secreta.
Recuerdo la semana después de lograr mi sueño americano, y obtuve mucha atención de la prensa, una de mis mejores amigas me llamó y me dijo ‘te oías muy exaltada.’ Desde afuera, de seguro todo se veía asombroso. Pero en mi departamento, donde todavía era una madre soltera que no tenía idea de a quién decirle para arreglarme el cabello, todo era increíblemente abrumador. Por primera vez en mi vida pude comprar un casa, lo que significaba que mi hija y yo podríamos estar más seguras, pero ahora sentía ‘El siguiente libro quizá no sea tan bueno como éste’ y de alguna manera logré que este éxito se convirtiera en una tragedia, en menos de cinco minutos. Haces algo que se siente muy natural y de alguna forma te encuentras en una posición en la que ya no es natural. Intentas reconectar con eso que hace cinco minutos se sentía tan normal.
Lo bueno fue que la pluma de Rowling logró mantener la magia cada vez más viva hasta el día en que escribió “La cicatriz llevaba 19 años sin dolerle. No había nada de que preocuparse” y la saga del niño que vivió, llegó a su fin.
Fuente: EW