ADVERTENCIA DE SPOILERS
La primera vez que John visitó el Hotel Cortez
Todos pensamos que habíamos visto la primera ocasión en la que John piso el Hotel Cortez, más nos perdimos de cinco años completos de historia:
Para comenzar a atar todos los cabos sueltos en la biblia del asesino de los diez mandamientos, todo comenzó el día de la muerte de una familia entera por inhalación de gas, en el que John decidió “emborracharse hasta morir” y justo como todas las personas que buscan la muerte, llegó al bar del Cortez.
Allí, Donovan lo invita a una reunión bastante particular, y es que en ella lo esperaban la vampiresa Gaga y el espíritu de su difunto esposo James Patrick March, quien, de solo ver al policía, supo con toda certeza que había encontrado la mano sucesora que terminaría su obra de asesinatos.
Oficial John y Mr. Hyde
Ya que John no podía recordar nunca nada de lo que sucedía dentro del hotel mientras estaba fuera de él, seguía siendo el oficial de policía correcto y el adorable padre que leía historias para antes de dormir. Por otro lado, ya se estaba convirtiendo en un asesino serial a sangre fría que pronto cometería los asesinatos más crueles.
Así, éste comienza a frecuentar al difunto Patrick. En sus encuentros hablaban de la justicia del hombre, de la justicia de Dios y de que si no tuviera las leyes de su institución vigilando cada caso, tomaría la justicia en sus manos y limpiaría el mundo de asesinos y delincuentes. James lo sabía, solo le faltaba un empujón…
Así que este le presenta una foto de Holden a Gaga, sabiendo que la Condesa se sentiría fascinada por el pequeño y lo convertiría en uno de sus monstruitos, despertando así el lado oscuro del oficial.
Hasta que un día las palabras y amenazas de justicia se convirtieron en realidad y John comete su primer crimen como el asesino de los diez mandamientos, el recordado caso del pedófilo al que le golpea la cabeza hasta morir.
Ahora ya sabemos por qué John estuvo invitado a la cena especial de Halloween de March…
Ryan Murphy agasaja a la audiencia con un giro de tuercas en el que el gato y el ratón son el mismo personaje, con una historia de trasfondo impactante e inesperada y un descubrimiento que explica todas las dudas y ata cada cabo suelto:
John siempre fue el asesino que tanto estuvo persiguiendo…
Eres tú, John
La cómplice de John
Mientras el resto del personal del hotel jugaba a ”Adivina quién” con John, ya que nunca sabían si estaban tratando con el “John asesino” o con el “John oficial de policía”, Sally se había enamorado de sus dos caras.
Como el mismo John lo dijo, “ella se fue metiendo como el humo en la ropa,” y supo ser cómplice y amante sin juzgar. Mas ese mismo amor la mantenía presa del miedo de perder a su amante, mientras éste cumplía con su retorcida versión de los diez mandamientos. Por esto, la adicta convence a Wren de acompañarle a perpetrar sus crímenes y cuidar del a veces policía, a veces asesino.
Siguiente mandamiento: No codiciaras a la mujer de tu prójimo
Al descubrir la verdad, John decide entregarse ante la justicia y acude ante su compañero policía, quien siempre había cuidado de él y su familia, y le confiesa su verdadera identidad.
Con lo que no contaba era con que su misma declaración de culpabilidad fuera a la vez su coartada perfecta. ¿Y es que quién creería que él sería el asesino cuando afirma que su cómplice es una mujer que cometió suicidio hace varios años y que su motivo es continuar con la obra de su maestro, quien se quitó la vida hace décadas?
Así que, al parecer, el que tenía que comparecer ante un juicio era su compañero oficial, quien queda al descubierto en su deseo por quedarse con Alex.
Bajo el mandamiento “No codiciarás a la mujer de tu prójimo”, el asesino de los diez mandamientos ataca una vez más y después de acuchillar al oficial, le arranca el instrumento del adulterio.
La habitación 64
Por fin John asume su verdadera identidad asesina y llega al Hotel Cortez solicitando la llave de la habitación 64, en la que se hospedó tantas veces, y en donde también yace la guarida en la que colecciona un pequeño recuerdo de cada uno de sus crímenes: La mano de un ladrón, los dientes de un grupo de falsos creyentes, los sesos de un pedófilo, los ojos y la lengua de un hombre infiel, las entrañas de dos hermanos que deshonraron y mataron a sus padres, las cuerdas vocales de unos periodistas difamadores, la lengua de un evangelista que usaba el nombre de Dios para su beneficio y ahora los genitales de quien una vez en vida codiciara a la mujer de su compañero de patrulla.
March: ¿Y ahora qué piensas hacer ya que sabes que eres un asesino?
John: Matar dos veces más…
